Acuario
Quise hacer un jardín en un acuario. Junté gravilla y busqué la mejor tierra en el patio. Corté con suavidad el musgo llamado colchón de novia que se extiende bajo uno de los árboles y sin separarlo de la arena, donde estaban sus raíces, lo llevé al acuario que había preparado. Lo posé sobre la tierra húmeda y fresca; cuidé que todos sus bordes quedaran bien dispuestos y verifiqué que sus raíces estuvieran enterradas. Luego lo miré conmovido, en pocos segundos había creado un pequeño jardincito en una plataforma de no más de 30 x 15 y su belleza, junto a la idea de poder ver como sus pequeñas hojas verdes en forma de óvalo comenzarían a poblarlo me entusiasmo, deseando que corriera más rápido el tiempo.
Lo rocio con agua dos veces al día, una en la mañana y otra al atardecer. Dejó además el borde de una de las cortinas abierto para que reciba el resplandor del amanecer y por las tardes la luz del sol que tímidamente entra por la ventana a esa hora. Todos los días lo miro para notar algún cambio, y me maravillé cuando vi que sus hojas comenzarón a extenderse hacia arriba y a ras de suelo.
Conforme pasaba el tiempo estos cambios se expresaron con mayor fuerza, aunque me asusté cuando también distinguí que parte de las hojitas nuevas se estaban marchitando, volviéndose amarillas. Pensé que tal vez les estaba poniendo muy poca agua y aumenté la cantidad; no hubo cambios. Creí entonces que era mucha agua y la disminuí, pero tampoco observé alguna variación, salvo que las hojas seguían marchitándose a excepción de algunas pocas. Decidí entonces mantener un régimen intermedio de agua y continuar con la costumbre de dejar un borde de la cortina abierta. Pasó más tiempo y las hojitas amarillas terminaron secándose, enmarañándose oscuras sobre la tierra.
Cuando le conté el problema a un amigo escuché decirle que las cambiara y punto, pero no me atreví. Opté por seguir cuidándolas; algunas todavía estaban verdes y mientras esas se mantuvieran con vida las seguiría ayudando. Mi esperanza me hacía creer que quizás algún día lograrían recobrar sus fuerzas y terminarían cubriendo la superficie del acuario.