Capados

Al perro lo apartamos de la manada y lo atrofiamos

Robamos su potente aullido y dejamos al bosque taciturno

Un perro adolece cuando mira el paisaje detrás de las rejas

Y recuerda que fue lobo

Cuando ve su reflejo a través de los ventanales

Y entiende que jugamos con su morfología

Debería tenernos un odio profundo

Pero en vez de ello esconde los dientes y mueve la cola

Regala el ladrido que aprendió a cultivar en lo profundo del bosque

Y que ahora replica para alertarnos 

La voz del ancestro aún hace eco en sus orejas

Robamos su raíz montaraz y pese a ello se somete

Nosotros olvidamos cuantas veces auxilio a la tribu

Un perro persigue los autos

A falta de liebres, ciervos o bisontes, a falta de un rastro

Su instinto late y reniega sobre el concreto

Percibe la ficción donde lo encerramos

Y clama por la realidad de las colinas y el sabor fresco de la carne


 

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