Estrella del Heavy Mental
Se miró al espejo sin entender por qué no surgía a la fama; sus pantalones de jeans ajustados, su camiseta sin mangas (diseñada para presumir sus brazos tatuados) y melena larga, eran dignos de una estrella de rock, aunque el espejo parecía ocultarle su abdomen en evidente desarrollo y la tintura fraguaba en el pelo.
No había dudas, lo suyo era otro caso de talento incomprendido cuya voz gutural y vestimenta sin precedentes se habían perdido por culpa de un mercado sin visión ni principios.
Repudiaba a las compañías discográficas, al MTV y a las nuevas tendencias de la moda por avalar y contribuir en la vertiginosa depreciación que experimentaba la música de contenido como la que él escuchaba todos los días, y que cantaba con fervor encerrado en su pieza. El rock nunca llegaría a ser el de antes y todo era por culpa de los poseros y los cuicos que dirigían y alimentaban la industria.
Estaba convencido que podría haberse convertido en un gran rockstar si lo hubieran tomado un poco más en cuenta, como aquella vez que alguien de la especie metalera y capacitado para hurgar en las entrañas de la música, le había reconocido su rapidez para enhebrar los dedos en las cuerdas de una guitarra que sostuvo durante los entretelones de un concierto de heavy metal al que había asistido, pese a que nunca en su vida había aprendido a tocar bien la guitarra y lo suyo era ser el vocalista del grupo que no logró formar.
Sentía una frustración macabra, casi tan grande como para arremeter contra todos los póster de Iron Maiden que tenía pegados en su pieza y reventarse las cuerdas vocales dando un grito superior a los de Freddie Mercury.
Con la cabeza gacha y los pelos tapándole la cara (suponiendo que así debió ser la actitud de Dickinson ante sus primeros fracasos) bajó de su cuarto al primer piso de la casa de sus padres. Al comprobar que no estaban, aprovechó de colocar a los “Maiden” en el potente equipo que había en el living y subir los decibeles a tope para expresar su ira contenida. Cuando comenzó el chirrido del primer track cerró los ojos, elevó uno de sus brazos y marcó suavemente el ritmo del tema con una de sus piernas. Después de eso, y una vez que los demás instrumentos se fueron desplegando, imitó al bajista, los guitarristas y al baterista del grupo, realizando los movimientos distintivos de cada uno de ellos según sus roles en la monotonía del tema. Al silenciar el solo de guitarra a los demás instrumentos, empezó a cabecear con la melena y a dar giros frenéticos manifestando el odio que sentía contra el mundo, y volvió a recordar la imagen de aquel roquero que había elevado uno de sus pulgares cuando lo vio sosteniendo la guitarra en aquel concierto al que había asistido.
Su éxtasis, habiendo superado los límites permitidos para el común de los mortales, no le permitió darse cuenta que mientras contorsionaba su cuerpo y cabeceaba con fuerza por todo el living de la casa, sus greñas se convertían en un furioso plumero que arremetía sin piedad contra la suciedad de los muebles.
Cuando llegaron sus padres lo encontraron echado y sudando sin polera en uno de los sillones. Su madre notó de inmediato la limpieza que había en el living y le agradeció la buena voluntad palmoteando con afecto su melena llena de polvo.