Ayer vi una paloma caminar abatida
Y hoy descubrí que se había muerto,
Un hombre la pateaba
Hacia un borde de la calle
Desprendiéndole las plumas;
Su cuerpo rodaba y se detenía.
La reconocí porque la vi cojear
En la calle antes de ese día,
Era blanca y de ribetes negros,
Sus alas dos muletas
Que ya no se abrían al viento.
Intuí su muerte antes de que sucediera
Y comprendí que una paloma
Jamás será auxiliada.
Ahora vas inerte sobre el asfalto,
A puntapiés rodando.
En mala hora decidiste alzar el vuelo
De la sombra del árbol
O de la quietud de los aleros.