Quebrada de Tana

El río quiebra al Pumire con un estruendo cristalino que avanza, a la tierra le horada un surco, de su profundidad brota el verde. El paisaje desértico se irrumpe, la fertilidad coloniza la aridez del desierto.

En el trayecto desde Iquique subes para luego recorrer la pre cordillera: te diriges a la marca del río, a una quebrada de 140 Km de extensión.

Nombres como los de Chillaysa, Moquella, Saiña, Quistagama y Cuisama sorprenden al español con su bella rebeldía. Son poblados Aymaras que acompañan al río por sus bordes. Más arriba aparece el de Camiña y, de continuar, los de Chapiquilta, Yala-Yala, Apamilca y Nama.

Su origen debe ser un poco más actual a la longevidad del río. Sus pobladores llevan en sus manos la sabiduría que la tierra obtuvo desde que el agua abrió el surco; saben cómo adularla para que les entregue el choclo, la betarraga, el ajo, la zanahoria, la papa y la cebolla en dimensiones sorprendentes. Es la magia que escurre en su legado, el secreto que desde lo antiguo han ido roturando en la quebrada hasta domar el altiplano; los primeros en domesticar al camelido salvaje.

Trabajan en absoluto silencio, como meditando la tierra. Sus pasos son blandos, parecieran no querer pisar por donde andan. Si son interrumpidos responden de forma tímida aunque amable. De sus animales salen tejidos y colores, la fuerza de sus telares pareciera expresar el poder que su personalidad no expresa. De sus instrumentos extraen la voz silenciosa del viento.

Su tecnología es tan antigua como eficiente, no la han tenido que modificar en demasía y eso es signo de grandeza. Sus tradiciones llevan el mismo rasgo, su cultura se mantiene insobornable. 

Voy de paso por estos pueblitos de piedra y adobe incrustados en la quebrada, en la distancia sólo el colorido puesto en sus cementerios e iglesias descubren su mimetismo en el paisaje. En auto debe tomar menos de un minuto atravesar cada uno de ellos, a pie, la disposición de su arquitectura en los precipicios del cerro y casitas circundando la angosta carretera dejan una impresión que tarda un poco más en abandonarte.   

  

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