Los inmundos

Lo cierto es la hediondez que cargas

Y que intentas apartar cada mañana.

El modelo que tanto pretendes

No tendría jabones ni perfumes

Acumulándose sobre los tocadores;

El wáter reluciría y ninguna inmundicia

Se iría girando en el tifón de la cadena.

Lo cierto es el mal aliento, el pelo apelmazado, 

La cara sucia y el tufo de otras partes;

El del pene y la vagina impregnándose   

De olores que les son impropios en cada coito;

La desnudez hiede todas las mañanas.

A qué la ropa y los finos zapatos frente a un espejo.

A qué las peluquerías y el maquillaje.

A qué el glamour y otras ridículeses;

La pulcritud es la antípoda del cuerpo

Como la hediondez su inseparable.

 

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