Vista privilegiada

Lo despertó la frescura de la brisa, se desperezó los ojos y miró por la entrada de la casa.

El mar estaba calmo, varias goletas flotaban en la cercanía y en hilera algunos pelícanos planeaban a lo lejos.

Es un lindo día – pensó –

Puso a calentar agua y mientras esperaba se sentó a mirar lo bello del paisaje.

Por un momento se sintió el hombre más afortunado del mundo hasta que recordó que no tenía nada para hacerse.

Tomó un tazón viejo con apenas 10 pesos y se preparó para abandonar la ruca cercana a un borde del puerto.  

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